La surtida industria de la realización personal nos ofrece todo tipo de métodos para alcanzar la serenidad, la felicidad o como quiera que se llame a una vida satisfactoria. Cada uno de esos procedimientos, obviamente, se nos vende como el mejor: el más sencillo, el más directo, el más eficaz… Con esa esperanza los adquirimos, uno tras otro, como antiguamente se compraban los crecepelos o los remedios milagrosos en los carromatos de las ferias. Entusiasmados, abrimos el libro o asistimos a la charla donde quizá encontremos, por fin, esa clave que tanto hemos buscado. Sin embargo, suele pasar que, después de la emoción de las primeras páginas (o sesiones), uno descubre que el método no resulta ni tan inmediato, ni tan simple, ni tan efectivo como se prometía. La tarea es más ardua de lo que pensábamos, y el resultado más incierto. Como avezado miembro del pelotón de los inadaptados, yo dediqué buena parte de mi juventud a la búsqueda de la piedra filosofal. Convencido de que tenía que
Apuntes filosóficos al vuelo de la vida