Desde el éxito de Gardner y Goleman, está de moda hablar de inteligencias múltiples. Se ha acogido con entusiasmo la superación de la visión tradicional de un único factor de inteligencia, de tipo cognitivo-verbal, para sustituirla por un repertorio de diversas «inteligencias», no necesariamente interconectadas, cada una de las cuales capacitaría para un campo del desenvolvimiento vital. Tendríamos, así, una inteligencia verbal, la capacidad lógico-matemática, la espacial, la musical, la corporal cinestésica, la intrapersonal, la interpersonal y la naturalista. La enseñanza, critica esta perspectiva, habría tendido hasta ahora a valorar y fomentar, especialmente, las dos primeras, descuidando e incluso menospreciando las otras.
La idea de las inteligencias múltiples sintoniza muy bien con nuestra sociedad líquida, marcada por la dispersión y el relativismo, el cuestionamiento de cualquier jerarquía y la equidad radical en el espectro de los valores. La teoría de Gardner desprende un aroma democrático que evoca, por ejemplo, la multiplicidad de «orgullos» sexuales. La posmodernidad, al igualarnos dentro de lo plural, nos brinda a todos la ocasión de ser de algún modo «inteligentes»: no más o menos, sino simplemente distintos.
Hay que admitir que la idea de inteligencias múltiples tiene la virtud de enfatizar el hecho de que la inteligencia, al contrario de lo que se pretendía tradicionalmente, no reside tan solo en el razonamiento, esa noción lastrada por su clásica connotación de coeficiente intelectual y rendimiento académico. Según tal enfoque, Sherlock Holmes o Einstein serían las culminaciones de la inteligencia, en detrimento de Bach o Deshimaru. Corresponde a una visión productivista, propia de la cultura mercantil y tecnocrática. Hay que considerar un acierto la crítica de ese limitado paradigma.
Sin embargo, mantengo algunos problemas con el enfoque de Gardner y sus seguidores. No acabo de entender por qué desmenuzar el concepto resulta más acertado que concebir una inteligencia amplia, que acapare muchas capacidades distintas y se manifieste de diversas maneras. La inteligencia es una facultad compleja que florece también, si no más, en la intuición, en la sensibilidad, en la habilidad social, incluso en la alegría. Probablemente exista hasta una torpeza en cierto modo inteligente. Pero clasificar el talento en distintos cajones no hace más que disminuirlo, desperdigarlo, fomentando la ilusión de que cada parte va por su lado.
Y no es así. El ser humano es una unidad y funciona como tal; es un ente holístico, sistémico, no modular como una máquina. ¿Acaso resultaría apropiado hablar de estupideces múltiples? ¿A cuál de ellas se refería Erasmo en su irónico elogio? La armonía de las aptitudes cooperando estrechamente es a lo que cabe llamar inteligencia, refiriéndonos a la destreza que nos permite arreglárnoslas con la complejidad de la vida y que por eso, como apunta Marina, parece justo considerar responsable de la felicidad. ¿Resultará que hay, también, distintas felicidades?
Si hemos de superar el concepto tradicional de inteligencia quizá nos resulte más útil, en vez de desintegrarla en muchas inteligencias diversas, ensanchar su amplitud para que incluya el conjunto de habilidades humanas. Una para todas y todas para una, que, por supuesto, no emanaría exclusivamente de la razón. En lugar de múltiples inteligencias, quizá sea más apropiado considerar una inteligencia múltiple. Podríamos equipararla a la lucidez, que es, al fin y al cabo, la habilidad para volcar la inteligencia en la vida.
La atención es vital para utilizar cualquier inteligencia, eso creo.
ResponderEliminarEstupendo tema con mucho por desentrañar.
El budismo lo tiene claro: la inteligencia empieza con la atención. Si no vemos con claridad, ¿cómo vamos a actuar con acierto?
EliminarSí, los budistas tienen multitud de cosas interesantes.
ResponderEliminarSesha es un conferenciante muy interesante, un sabio, y habla mucho de la atención.
ResponderEliminarEl proceso de rehabilitación de Proyecto Hombre utiliza la atención como una de sus bases.
Permanezcamos atentos...