No todo en la vida merece la pena, o al menos no la merece en el mismo grado. Y, puesto que de todos modos nuestra capacidad de atención es limitada, no queda más remedio que elegir hacia dónde enfocamos la mirada, en qué escenarios y detalles centramos nuestra alerta, y cuáles descartamos por irrelevantes. En su mayor parte, este proceso de selección se efectúa de modo inconsciente, en función de una escala de preferencias cuyo sustrato nos ha legado la evolución. Las estipuló Maslow en su famosa escala, tan matizable como esclarecedora: primero lo que afecta a las operaciones básicas de la subsistencia y la reproducción, luego los elementos que afectan las interacciones con los otros. Más allá entramos en las extravagancias de nuestra especie, que emanan más de la cultura que de la biología: el conocimiento, el sentido, las costumbres, las aficiones, y esas alturas del «espíritu» que Maslow sintetizó como autorrealización . El autor sostiene que en esta pirámide de prioridades no se ...
Apuntes filosóficos al vuelo de la vida