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Multitud

En una película de Woody Allen, vemos a dos amantes en la cama. No yacen solos. Junto a cada uno de ellos, también entre las sábanas, están sus padres. Estos meten baza grotescamente en el diálogo entre los amantes, salpicándolo de confusión. 


La escena nos inspira una hilaridad inquietante: todos hemos tenido la sensación de ser más que nosotros mismos, de estar flanqueados permanentemente por un tumulto de personajes. No todos son igual de decisivos, pero cada uno ejerce sutiles influencias sobre nuestra conducta. Juzgan, interrumpen, ordenan, protestan; discuten entre ellos, y se relacionan a su modo con los que bullen en torno a las personas que nos cruzamos. Somos multitud. 

¿Quién habla cuando hablamos? ¿Quién decide cuando actuamos? Y, sobre todo, ¿quién siente cuando sentimos? Freud ya sugirió una instancia psíquica en la que reside la interiorización de las imposiciones de los progenitores: el agrio Superyó. Al atribuirle una función meramente represiva, pecó de parcialidad. Eric Berne se aproximó más a la compleja realidad al distinguir las figuras de un Padre y un Niño interiores. Pero probablemente también se quedó corto. En nuestro imaginario hay un continuo guirigay entre padres, hermanos, amigos, incluso personajes arquetípicos (valiosa aportación de G. Jung) que por alguna razón nos han marcado: el héroe, la princesa, el dragón, el maestro, el truhán, la bruja o el demonio… Se van alternando al amparo de las emociones, provocando sus propios impulsos, a veces enredados unos con otros. 
Tal vez al lector esta fantasía le suene un poco loca, medio esquizoide. Y seguramente lo es. Sin embargo, no me negará que más de una vez ha percibido ecos de esos apabullantes alborotos interiores. Alguna vez se debe haber sentido como si estuviera en un campo de batalla entre una multitud, como si el dosel de su Yo se rasgara por lugares inesperados, y de los desgarrones salieran voces inoportunas. En esas voces habrá reconocido algo propio, pero que a la vez resulta enigmáticamente ajeno. Son las voces de los recuerdos, de los espíritus, de los dioses, que proyectamos en el exterior, quizá con la esperanza de que nos perturben menos, pero que no dejan de formar parte de nosotros. Paul Éluard nos regaló su célebre aserto de que hay otros mundos, pero están en este; podríamos responderle: hay otras gentes, pero están en mí. 

¿Quién no platica alguna vez, en su cabeza, con su abuela, su padre, su hijo, su viejo amigo muerto? Woody Allen ha jugado a menudo en sus películas, en clave de parodia, con esas charlas internas, sometiendo al protagonista a agitadas peroratas con sus visitantes imaginarios. Yo de pequeño —y quizá no tan pequeño— fantaseaba a veces que dentro de mí había una especie de asamblea o parlamento, donde se debatían acaloradamente mis tribulaciones; supongo que acabé desistiendo porque rara vez se alcanzaba algún acuerdo. Más tarde me enteré de que hay quien cree que cada uno de nosotros es una «confederación» de almas. ¿Qué decir de la ancestral práctica de invocar a los antepasados o rezar a los dioses? ¿Con quién hablamos cuando hablamos solos? 
Tiene sentido que seamos tan volubles y contradictorios. Lo sorprendente es que mantengamos una relativa congruencia en nuestro comportamiento. Cabe suponer que, con el tiempo, la multitud interior vaya fijando algunos compromisos, ciertas fórmulas predominantes. ¿Qué es el Yo, sino una costumbre? La versión de nosotros con la que acabamos por identificarnos. Cumple su papel, pero no la tomemos demasiado a pecho: siempre hay alguien que conspira en su interior.

Comentarios

  1. JGM, en línea con la charla que manteníamos en el artículo anterior...

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  2. Jejeje...genial.

    https://es.m.wikipedia.org/wiki/Modelo_de_los_sistemas_de_la_familia_interna

    Te adjunto el enlace de Wikipedia sobre los Sistemas de las Familias Internas (IFS) de Richard C. Schwartz, profesor de psiquiatría en Harvard y autor de este modelo de terapia que yo descubrí gracias a una terapeuta y utilicé por consejo suyo.
    Es un modelo que me atrajo desde el primer momento. Como si hubiera descubierto por fin, el modelo científico que me daba la razón respecto a lo que yo ya sospechaba, que no somos uno solo.

    Te aconsejo darte una vuelta por este modelo. Verás los Bomberos, los Exiliados y los Gerentes que tenemos todos. Son partes de una persona. Interesantísimo.

    La idea, el objetivo final, es la auto sanación de las personas.

    La explicación de wikipedia es bastante completa, por eso te lo adjunto, aunque lógicamente puedes encontrar mucha información al respecto, es una teoría muy conocida.

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    Respuestas
    1. ¡Muchas gracias por la referencia! No lo conocía. Por supuesto que lo miraré. Bueno, lo miraremos todos, toda la multitud interna, a ver si cada uno aprende lo suyo, jeje.

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  3. Jajajaja...tener cuidado, no tropecéis los unos con los otros...jejeje...qué genial.

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