En mi infancia y parte de mi juventud, los datos (la capital de Nosedónde, el año de nacimiento de Nosequién, la lista de los reyes godos o la tabla periódica de los elementos) constituían una especie de extraña riqueza que era atesorada por los memoriosos y esgrimida por los petulantes.
Apuntes filosóficos al vuelo de la vida