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Mostrando entradas de julio, 2021

La vida prorrogada

Erich Fromm reformula la ya tradicional oposición entre tener y ser, y plantea de forma muy oportuna el déficit de sensación de ser que provoca la obsesión por el tener. El mito del Progreso como acaparamiento, de origen burgués, ha calado en el conjunto de la sociedad, convirtiéndose, como señala Fromm, en “la esperanza y la fe de la gente desde el inicio de la época industrial.”

Responsabilidad

Vivir requiere muchos tipos de coraje: uno de ellos, estar dispuesto a equivocarse. Asumir que, más tarde o más temprano, en el lugar más inesperado, uno hará daño, y tendrá la culpa del sufrimiento de alguien, quizá de quien menos desearía. Que uno no sabrá ser siempre bueno, ni útil, ni siquiera justo, por mucho que se esfuerce. Aceptar que no todos nos querrán: porque no seremos de su gusto, porque obstaculizaremos sus designios, porque no lo mereceremos.

Locura conmovedora

“Somos lo que pensamos”, suele afirmar triunfante la psicología cognitiva, que aún está de moda. “Creer es crear”, le responde, complacida, la bulliciosa congregación New Age . No es que unos y otros no tengan en cuenta el peso de las emociones: de hecho, nunca se le dio más importancia a los afectos, desde que Goleman popularizó la idea de una “inteligencia emocional”. Pero las emociones no se controlan, y el individuo posmoderno quiere controlarlo todo.

Química

¿En qué consiste eso de caerse bien o mal? ¿Qué es lo que se juega en el fondo de nuestras simpatías y nuestras antipatías? ¿Cómo llegamos hasta un afecto o el otro? Hay que reconocer que tiene su misterio, y no es extraño que los antiguos lo atribuyeran al capricho de los dioses. La sabiduría popular lo concibe como una especie de “química”: nuestra “composición” nos predispone a una cierta “reacción” en el encuentro.

Islas

¿Por qué me fascinan las islas, con ese inquietante embrujo de las cosas bellas y tristes? Creo que es porque no puedo imaginar, sin una mezcla de admiración y de pavor, lo que implicará vivir en ellas, sobre todo si son minúsculas y remotas, briznas de tierra y arbusto en la inmensidad del océano, como Pascua, Pitcairn o Tristán de Acuña. Miles de quilómetros en todas direcciones sin otro asomo de corteza fértil, sin el ensueño de una presencia, aunque no tenga rostro. Imposible abandonarlas por uno mismo, si no nos viene a buscar un barco después de navegar varias jornadas…