Ir al contenido principal

Impermanencia. Desapego


Puede mi proyecto truncarse en cualquier momento; no se funda en grandes esperanzas; cada día es su fin. E igual marcha lleva el viaje de mi vida. Montaigne.

Nuestra acción puede cambiar nuestro carácter... El cambio está en la acción. J. A. Marina.

Todo en la tierra está en un continuo flujo: nada conserva una forma constante y quieta, y los afectos nuestros, que se vinculan a las cosas exteriores, pasan y cambian necesariamente como ellas. Rousseau.

¿Y qué es el temor a la necesidad, sino la necesidad misma? Gibran.

¿Dónde pondrá la fortuna con más seguridad las riquezas que allí donde podrá recobrarlas sin protesta del que las devuelve? Séneca.

En todo cambio hay un morir y un renacer; pero morir a lo viejo y nacer a lo nuevo constituye una experiencia que infunde terror, porque siempre se da ese terrible momento, entre el morir y el renacer, en el que no tendré absolutamente nada... Nos agotaremos completamente en nuestro desesperado esfuerzo por preservar la visión de la que somos prisioneros. Powell.

No hay nada temible en el hecho de vivir para quien ha comprendido auténticamente que no acontece nada temible en el hecho de no vivir. Epicuro.

El primer paso para liberarnos del sufrimiento es conocer su causa fundamental: la resistencia al cambio... En ocasiones, cuanto más tratamos de aferrarnos a algo, tanto más grotesca y distorsionada se hace la vida. Dalai Lama.

Se nos recuerda que algún día ya no estaremos aquí. Se estimula esa conciencia, de modo que cuando se conjunta con la comprensión del enorme potencial de nuestra existencia surge en nosotros la urgente necesidad de utilizar provechosamente todos los preciosos momentos de nuestra vida. Dalai Lama.

Estuvimos despiertos y volveremos a estarlo. La vida es una noche llena de un largo sueño que a menudo se convierte en opresora pesadilla. Schopenhauer.

Una vez que la muerte haya puesto fin al sueño actual de nuestra vida, comenzará en seguida un sueño nuevo que nada sabrá ni de aquella vida ni de aquella muerte. Schopenhauer.

Siempre he abrigado la esperanza de tener una muerte fácil... Finaré con la alegre consciencia de regresar allí de donde salí agraciado con muchos dones y de haber cumplido mi misión. Schopenhauer.

Incluso en este momento sigo mirando hacia mi vasto futuro como hacia un mar en calma: ningún deseo se encrespa en él. No siento el más mínimo deseo de que algo se vuelva distinto de lo que es. Nietzsche.

Cualquier iniciación auténtica es siempre un movimiento desde la muerte a una vida nueva... El final de una forma anterior de existencia se percibe como una verdadera muerte. Moore.

Cuando sé que algo es perecedero y no lo puedo ver siempre, lo miro con sentimiento de admiración y al mismo tiempo de compasión. Hesse.

Todo muere, todo muere de buen grado. Sólo queda la eterna madre. Hesse.

En lugar de la muerte con su guadaña, será mi madre la que me llevará de nuevo hacia sí, reintegrándome al no ser y a la inocencia. Hesse.

Apenas se entrevé una cosa, ya es arrastrada; y también lo será la que ocupa su lugar. Marco Aurelio.

Fuiste formado como una parte. Te desvanecerás en lo que te dio vida o, mejor, serás absorbido, por transformación, en su razón generatriz. Marco Aurelio.

Termina tu vida satisfecho: igual que la aceituna que, una vez madura, cae, haciendo así un bien a la tierra que la produjo y siendo agradecida al árbol que la hizo crecer. Marco Aurelio.

Todos los objetos que ves, en un abrir y cerrar de ojos serán transformados por la naturaleza que gobierna el todo, y de su materia creará otras cosas, y a su vez otras de la materia de éstas, para que el mundo se renueve y rejuvenezca. Marco Aurelio.

No desdeñes la muerte, sino acéptala con gusto, porque forma parte de lo que la naturaleza quiere. Marco Aurelio.

Todo es cambio, pero no para dejar de ser, sino para que llegue a ser lo que todavía no es. Epícteto.

Del apego nace la aflicción, del apego nace el miedo. El que está libre de apego no conoce ni la aflicción ni el miedo. Proverbio budista.

Muchos se presentan en la vejez en su mejor momento, cuando más humanos, porque son más dulces, sabios y serenos. Schopenhauer.

[La felicidad] jamás debe atribuírsele a un hombre al que no se le haya visto representar el último acto de su comedia que es, sin duda, el más difícil. Montaigne.

He vivido un día más. Macrobio.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Destacar

Todos anhelamos ser vistos, ocupar un sitio entre los otros. Procuramos ganar esa visibilidad mediante múltiples apaños: desde el acicalamiento que realza una imagen atractiva hasta hacer gala de pericia o de saber. Claro que la aspiración a no quedarse atrás tensa las costuras del lienzo social, y a veces cuesta el precio de una abierta competencia. Hay quien no se conforma con un hueco entre el montón y pretende ser más visto que los otros. Hay una satisfacción profunda en ese reconocimiento que nos eleva por encima de la multitud, una ilusión de calidad superior que apuntala la autoestima y complace el narcisismo. Sin embargo, nuestros sentimientos ante el hecho de destacar son ambiguos, y con razón: sabemos que elevar el prestigio sobre la medianía suele comportar un precio en esfuerzo y conflicto.  La masa presiona a la uniformidad, y suele sancionar tanto al que se escurre por debajo como al que despunta por encima. Desde el punto de vista de la estabilidad de la tribu, tien...

La tensión moral

La moral, el esfuerzo por distinguir lo adecuado de lo infame, no es un asunto cómodo. Y no lo es, en primer término, porque nos interpela y nos implica directamente. Afirmar que algo es bueno conlleva el compromiso de defenderlo; del mismo modo que no se puede señalar el mal sin pelear luego contra él. Como decía Camus, «para un hombre que no hace trampas lo que cree verdadero debe regir su acción». Debido a ello, la moral se experimenta, irremediablemente, en forma de tensión. Es pura cuestión de dialéctica: desde el momento en que se elige algo y se rechaza otra cosa, lo elegido se enfrenta a la resistencia del mundo, y lo rechazado se le opone en forma de insistencia. No es nada personal: lo que queremos se nos resiste simplemente porque lo perseguimos, y basta con pretender descartar algo para que nos lo encontremos por todas partes, vale decir, para que nos persiga.  Al elegir, lo primero que estamos haciendo es implantar en la vida una dimensión de dificultad, «que empieza ...

Observar y estar

Hacemos demasiado, hablamos demasiado. Con tanto ruido espantamos a la lucidez, que es ante todo silencio. Un silencio expectante, cargado de presencia. Un silencio abierto al rumor de los oleajes de la existencia, rompiendo en nuestras orillas. «Si las ejecutamos conscientemente, todas nuestras acciones son poesías o cuadros», dice Thich Nhat Hanh. La vida pasa ante nuestros ojos y no la vemos porque estamos buscándola. Pedir nos condena a la carencia: el que tiene no pide. No hay más mundo que el que se extiende justamente aquí, delante de tus ojos. Como nos recuerda Marco Aurelio: «Recuerda que sólo se vive el presente, este instante fugaz... Pequeño es el rincón donde se vive.»  Estamos ansiosos por saber, pero quien sabe observar tal vez no precise pensar tanto. Los orientales lo aseveran desde tiempos inmemoriales, y han hecho de ello una propuesta de vida y una divisa de redención: toda la sabiduría necesaria se resume en permanecer atento. Descender de las calimas de la me...

Menos lobos

Quizá resulte que, después de todo, Hobbes se pasó de desconfiado, y no somos, ni todos ni siempre, tan malas bestias como nos concibió en su pesadilla. Tampoco vamos a caer con Rousseau en la fantasía contraria, y soñarnos buenos por naturaleza, pero basta echar un vistazo a nuestros rebaños para comprobar lo dóciles y manejables que llegamos a ser mientras nos saben llevar. A veces nos sacamos los dientes unos a otros, pero rara vez llega la sangre al río, y aún más raramente conspiramos contra la imposición de la costumbre, por injusta que nos parezca. Es lo que sacaba de quicio a Nietzsche: predominamos los temerosos y los conformistas, y a menudo hasta proclamamos «¡Vivan las cadenas!», mientras, agradecidos, apuramos nuestro plato de sopa. ¿No exageraba el inglés al dictar que se nos amarre con rigor para evitar que nos desgarremos mutuamente?  Marx ya apuntó que la lucha más enconada no es entre individuos, sino entre clases sociales, y tal vez aún más en el pulso de los po...

Pecados

La tradición católica se afanó, al menos en mi generación, abonando en nuestras mentes infantiles el espectro del pecado. Cuando uno era, como lo era yo, más bien escrupuloso con el ascendente de la autoridad, y se tomaba a pecho el cumplimiento de las normas para ganar el estatus de «bueno» (o, al menos, no ser tachado con el de «malo»), el riesgo de incurrir en el pecado se convertía en fuente de un sufrimiento obsesivo. En definitiva, y puesto que el pecado abarcaba casi todo lo que podía evocar algún placer, la culpabilidad era un destino casi seguro, y, unido a ella, el merecimiento de castigo. Yo estaba convencido de ambas cosas, y tenía asumido que ni mi sumisión ni las penitencias a las que a veces me sometía servirían para librarme de la terrorífica condena. Y, sin embargo, debo reconocer, ahora que puedo hacerlo sin sentirme amenazado, que nunca entendí cabalmente la casuística del pecado. ¿Por qué es malo lo que no se puede evitar, lo que tira de nosotros desde dentro con t...