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Mostrando entradas de julio, 2022

Valor para la alegría

Queda claro que, como dice Comte-Sponville, “toda virtud es valor”: hace falta mucho valor para anteponer lo correcto a lo fácil o a lo apetecible. También para soportar las decepciones y los fastidios que nos provocamos unos a otros constantemente, y a los que la virtud debe sobreponerse vindicando el amor y la compasión: “Sin valor, uno no podría resistir lo peor en uno mismo o en el otro”.

Sombras de la beneficencia

Desde el punto de vista del necesitado, la beneficencia es un plato de sopa; para la sociedad, es un modo de que alguien les dé sopa a los necesitados que genera, y que va dejando tirados por los arcenes de su progreso. No se trata de una observación meramente cínica: la beneficencia es, sin duda, un alivio para el pobre, pero seguramente un alivio mayor para el que lo empobrece. Sin resolver el problema, se lo hace más llevadero tanto a la víctima como al causante.

Sentido

Viktor Frankl sostenía que una de las necesidades más hondas de las personas es que su vida tenga sentido. Llegó a esa conclusión cuando, en medio del horror del campo de concentración, comprobó que quienes sobrevivían eran los que tenían alguna razón para hacerlo, un objetivo que tiraba de ellos más allá de las alambradas. Se diría que lo único que nos da fuerzas e impulso para la penosa tarea de vivir es creer que lo hacemos por algo, o para algo. Esto me recuerda el estremecedor comentario de uno de los supervivientes del avión de los Andes, que aseguró que, en aquellas circunstancias extremas, la diferencia entre la vida y la muerte la marcaban las ganas de vivir.  Nuestras atribuciones de sentido son, obviamente, antropocéntricas. Nada en el resto del universo lo necesita (si acaso, otros seres conscientes). Solo a nosotros no nos basta con existir, sino que aspiramos a dar cuenta de esa existencia. En tanto que individuos, estamos empeñados en concebir nuestro sentido. O más bi

Exponerse o cobijarse

Debatíamos con un amigo la cuestión de si, en el fondo, los seres humanos tenemos necesidades simbólicas y rituales irrenunciables, o si, por el contrario, como soñaron los ilustrados, podemos alimentarnos con las luces de la razón pura. Mi amigo es un sartriano que reclama la entereza del hombre solo ante su destino, el hombre absurdo de Camus que se alza con su dignidad insobornable como única divisa.

Son palabras

Me gusta reflexionar, disfruto filosofando. Pero a veces me pregunto adónde me llevan tantas disquisiciones. Es apasionante especular panoramas, explorar alternativas. La perspectiva con que contemplamos el mundo escribe su relato, le confiere un significado que condiciona nuestro modo de orientarnos en él. Sin embargo, rara vez cambiamos por simples ideas.