“La veteranía es un grado”, afirma el refrán. Y con mucha razón: nada enseña más que el tiempo y la experiencia, nada forma con mayor esmero que la vivencia y el ejercicio. Ese rodaje, patrimonio del experto, le falta al principiante, quien, por mucho que prevea desde la teoría, no se ha enfrentado a los verdaderos desafíos que trae la práctica día a día, esa complejidad de circunstancias ante las que hay que luchar e inventar.
Apuntes filosóficos al vuelo de la vida