La interacción social se basa en el intercambio ( do ut des , toma y daca). En ello reside la motivación que nos aproxima unos a otros. Los niños lo aprenden pronto cuando comprueban que sus iguales no están dispuestos a ofrecerles lo que les piden con la gratuidad y la gentileza de los padres. Nos dirigimos al prójimo dispuestos a entregar algo (dinero, esfuerzo, colaboración, aguante, favor…, también amor) esperando que de vuelta nos llegue un bien, no necesariamente el mismo, pero sí de valor parejo. Es la ley universal de la equidad, que rige a su vez, aunque en sentido inverso, para los intercambios negativos: la ofensa o la agresión despiertan su propio impulso de devolución, que no siempre puede darse de forma inmediata; de ahí algo tan inaudito, aunque coherente, como la venganza. Pero todas las leyes tienen sus matices y sus transgresiones. El toma y daca nunca es perfecto: salvo en algunos ámbitos comerciales, no hay una medida universalmente válida que permita establecer
Apuntes filosóficos al vuelo de la vida