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Mostrando entradas de enero, 2020

Ética y libertad

Sartre propone una moral autónoma, sin trascendencias ni códigos a priori, construida desde la responsabilidad y la autenticidad. ¿Por qué habría de ser bueno lo verdadero? Porque solo en la verdad el hombre realiza su naturaleza, que es la libertad; solo allí es él mismo y decide sin subterfugios.

Sinuosidades del perdón

¿Qué es más difícil, perdonar o pedir perdón? ¿Cuál tiene más valor ético? No están tan lejos lo uno de lo otro: perdonar requiere renunciar al rencor y a ese poder inverso que nos brinda la condición de víctimas; pedir excusas conlleva proclamar públicamente el error y la responsabilidad, y correr el riesgo de ser humillado. Para perdonar, por mucho que cueste, basta con comprender, como dice Tolstoi, y ceder; en cambio, pedir perdón requiere tomar la iniciativa y actuar. El individuo más rencoroso ha perdonado alguna vez; pero he conocido personas que nunca pedían disculpas, por flagrantes que fuesen sus ofensas, aun admitiendo que habían sido torpes o injustas.

El tiempo de la rosa

Será todo lo tópica que se quiera, y seguro que a más de uno le parece hasta cursi (al fin y al cabo estamos en la era del cinismo posmoderno), pero para mí sigue siendo una de las divisas de cabecera a la hora de afrontar la vida: “Es el tiempo que has perdido con tu rosa lo que la hace tan importante”.  Con esa sencilla meditación, Saint-Exupéry nos regala una inmensa lección de humanismo, de psicología y de felicidad. Le da la vuelta a lo que estipularía la lógica, rebasando lo obvio y descubriéndonos los hilos ocultos de la motivación.

El arte de la vulnerabilidad

La habilidad y la constancia son las armas de la debilidad. Maquiavelo . Término arduo y grumoso como un trabalenguas, con el que nos referimos a algo tan simple y fatal como esas grietas en las que nos hace mella la corrosión de la vida, esos puntos débiles del yo en los que flaquea el conatus , allá donde la intemperie lacera fácilmente cuando nos tantea con sus uñas afiladas.

Solo por miedo

Una vida más tarde comprenderemos que la vida perdimos… solo por miedo. Conmociona, inspira María Salgado con su canción Solo por miedo , letra de Juan Pablo Silvestre. No podemos escucharla sin que nos haga mella: ráfaga que agita, rayo de luz, y a al mismo tiempo velo de pesadumbre. La música ― esa guitarra grácil y briosa, secundada a veces por otras cuerdas ― nos envuelve, el requiebro del canto de María nos hipnotiza. Amor que se debate en la contradicción entre el deseo y una realidad que le corta las alas, titubeo entre la prudencia que nos guarda y el arrebato que nos expone; clamor desesperado que anima a seguir el anhelo, aun siendo peligroso, pero lamento a la vez porque presiente (o constata) el triunfo de la resignación y la pérdida.