Un día tengo que hacer limpieza y tirar un montón de trastos viejos. Cachivaches estropeados o caducos, que fueron útiles para alguien que fui y ya no soy, por lo que ya nunca los usaré. ― Siempre dices lo mismo y no acabas de ponerte. Y si te pones, tiras unas pocas cosas, pero con la mayoría te limitas a cambiarlas de sitio. Los objetos te pueden. ― Pues sí, me cuesta tirar cosas. Desde pequeño soy un poco trapero. No sé, tendré un síndrome de Diógenes crónico. He almacenado periódicos, cajas, bolsas, aparatos inservibles… Aún conservo muñecos y juguetes de la infancia. Ni te cuento de papeles y libros. Recuerdo que mi madre solo lograba tirar los juguetes viejos cuando no me daba cuenta. Le armaba un escándalo. Me dolía mucho imaginarlos convertidos en basura, amontonados con las pieles de naranja o las cáscaras de huevo. Era como si traicionara a un viejo amigo, como si abandonara a un familiar lisiado. Y aun hoy, cuando tiro los restos de comida sobre mis páginas de notas, me...
Apuntes filosóficos al vuelo de la vida