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Mostrando entradas de abril, 2025

Del pedir y el sustraer

¿Por qué pedirte el bolígrafo en vez de quitártelo? Se diría que tomarlo por las buenas es más directo y sencillo, y encima me permitiría apropiármelo. Simple de mí, me asombra que la mayoría de la gente opte por la solicitud y el préstamo. Admito que, desde un ángulo estrictamente pragmático, pedir en lugar de afanar me dispensa del desasosiego de ocultarme, una tensión añadida y un quehacer superfluo que requeriría mi atención y mi tarea de encubrimiento. Al mismo tiempo, evita los posibles incordios de ser descubierto (o considerado sospechoso); si conservo tu confianza, es más factible que cuente con tu colaboración, y nunca se sabe.  Es verdad que tu favor me impone la contrapartida de ayudarte si tú lo pides, y a nadie le gusta estar en deuda. Pero, en un plano más sutil, al mismo tiempo hilvana un vínculo positivo entre ambos, lo cual, de nuevo, hace más probable tu cooperación. Al pedir te confirmo digno de confianza, te atribuyo un estatus positivo y apoyo tu autoestima; s...

Matices del saludo

El saludo, benévolo y discreto, generoso y cauto, constituye el ritual más elemental, el artefacto básico de la convivencia, el soplo de calidez entre extraños y el recordatorio de afecto entre allegados. Es la flor de la sociabilidad reducida a su expresión más simple, su fórmula más funcional y eficaz: asentado apenas en un gesto o una palabra, un instante de irrupción fugaz, como el rayo de sol o la ráfaga de brisa, para transformar la urdimbre del anonimato e impregnarlo de ternura y afabilidad. El término en sí ya nos sugiere su origen y su destino: deriva de salud, que es el deseo más genuino, la pretensión más amigable que podemos ofrecerles a los otros. Que tengas salud, que la tengamos todos, para que la vida se despliegue en toda su potencia, para que se extienda sin trabas el imperio de la alegría. Saludar es, en efecto, invocar simbólicamente la salud, y con ella todo lo bueno; es pedírsela humildemente a los dioses, postulársela al destino, convocarla mediante el magnetis...

Opinión y tribu

Los maestros griegos diferenciaban entre episteme , el conocimiento verdadero (y supuestamente indiscutible), y doxa , que es la opinión que cada cual sostiene acerca de las cosas, y sobre la cual versan todos los debates que en el mundo han sido. Los griegos —más en concreto, los atenienses—, pueblo comerciante e indagador, practicaban la polémica con fruición, dentro y fuera de casa, y no es extraño que fuesen ellos los que inventaran la filosofía. En el ágora, cada orador competía con los demás por atraer a discípulos y curiosos, a veces más inclinados a la charlatanería que al rigor lógico, pero en cualquier caso practicando un sofisticado estilo de sociabilidad: el poderoso vínculo de la palabra, y aun más, la complicidad que acaba uniendo a las personas que debaten apasionadamente unas ideas. Sócrates, que empezó vagando por las calles y lanzando sin miramientos sus preguntas a los inermes transeúntes, llegó a rodearse de una comitiva de devotos discípulos que acabaron por conve...

¿Adónde iremos a parar?

¿Adónde iremos a parar?, exclamaban nuestros abuelos, escandalizados por los cambios que sacudían su mundo y resquebrajaban sus certezas. Hoy nos hacemos la misma pregunta, seguramente con más inquietud. ¿Cómo explicar esta zozobra? ¿Acaso no vivimos mejor que ellos, no disponemos de más recursos, no sabemos más cosas? A decir verdad, es posible que sepamos demasiado, y que ignoremos lo que necesitamos saber. Vivimos una época en la que se precipitan los acontecimientos. La información nos arrecia como un temporal sin tregua. Ni nuestro cuerpo ni nuestra mente están hechos para tal diluvio de estímulos. Muchos de ellos graves e inquietantes.  El hombre contemporáneo no sabe qué hacer con tanta información, que se le amontona sin darle tiempo a asimilarla. Vive con el malestar de una baraúnda de sucesos, y sobre todo de una saturación de emociones que le zarandean violentamente y de inmediato son sustituidas por otras. Es como un estrépito emocional confuso y ensordecedor, en medio...