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Mostrando entradas de enero, 2025

El otro, ese desconocido

Solemos interpretar los actos de las personas en función de cómo nos afectan (esta sería la perspectiva egocéntrica) o bien atribuyéndoles determinadas intenciones (que pueden no estar relacionadas con nosotros). En general nos interesa más la primera panorámica que la segunda, aunque ambas nos incumben. Pero lo cierto es que ni una ni otra, aun acertando en sus conclusiones, son las estrategias más adecuadas. Y no lo son por lo siguiente. La perspectiva egocéntrica tiende a sobreestimar nuestra importancia como estímulos motivadores en el mundo mental del otro. «Los demás pierden mucho menos tiempo pensando en nosotros que el que perdemos nosotros», nos recuerda, con certera lucidez, Bertrand Russell. Muchas veces, la pregunta «¿Qué le habré hecho?» debería ser sustituida por «¿Qué estará buscando con eso?»  Por lo que respecta a la atribución de intenciones, todos solemos considerarnos unos maestros en descifrar los motivos ajenos y en prever su comportamiento, cuando resulta qu...

Genealogía de la ética

Debemos al viejo Nietzsche la dedicación de toda una vida a liberar al ser humano de las ataduras imaginarias en las que se ha sumido él mismo, o, mejor dicho, en las que una parte de la humanidad ha sumido al resto. Cierto que cometió considerables errores de análisis, soliviantado por sus ideales de superhombre y de masas débiles, un tanto obsesivos y más poéticos que realistas. Pero dio en el clavo al denunciar la esclavitud a la que nos someten principios morales arbitrarios, despóticos y limitadores, como pueden ser muchos de los que propugna la ideología judeocristiana. Sin embargo, el solitario filósofo de Sils-Maria se excedió en las consecuencias de su crítica, hasta el punto de considerar como invento perverso y arbitrario la moral misma. Llamémosla moral o ética (y a mí me gusta más este segundo término: me parece más amplio y menos contaminado por la tradición), los seres humanos no nos detenemos en el mero existir; aspiramos a una vida buena, y por tanto precisamos ir esb...

Esperando a Zaratustra

No se puede releer hoy a Nietzsche sin que nos invada un tierno asombro ante su optimismo conmovedor. Se nos antoja más poeta que filósofo. Nos desconcierta una vida y una obra dedicadas a «potenciar y magnificar al extremo» las posibilidades del ser humano (véase el prólogo de Genealogía de la moral ). Como Marx y sus precedentes ilustrados, pertenecía a un tiempo en el que parecía que, al fin, después de tantos desmanes dolorosos, la lucidez y la ciencia permitirían empezar a construir un futuro cabal y fructífero para la humanidad. La tarea se perfilaba ardua pero posible: ajustar ideas, unirse codo con codo, reparar los estropicios y conquistar lo nuevo. Pero nosotros hemos perdido esa inocencia. Hemos visto fracasar las mejores intenciones, comprobando a qué cotas podemos «escalar las cimas de la miseria», en palabras del otro Marx, el que prefería la benévola acidez de la risa. En nombre de la libertad y la justicia se han cometido los desmanes más horribles. Cada avance ha cos...

La culpa de existir

Todos los dioses están de acuerdo: la existencia es una transgresión, y como tal debe pagarse; cuando menos, con culpa. El pecado original no fue el primero: antes que el árbol de la ciencia, la verdadera transgresión fue probar el árbol de la vida. A la que Dios se descuidó, sus inefables criaturas le habían salteado el huerto. Ya lo proclama el sabio Segismundo: «Porque el delito mayor del hombre es haber nacido…» ¿Por qué la mera presencia debería ser un delito? Al fin y al cabo, nuestra aparición fue accidental, y durará poco; ni siquiera es responsabilidad nuestra. Pero el propio carácter excepcional de la existencia la hace aparecer como un privilegio, una especie de suerte escandalosa en la lotería del destino. Si contamos la cantidad de circunstancias que tienen que darse para que uno venga al mundo, hay que admitir que la probabilidad de nacer es infinitesimal. Millones se quedaron por el camino, rezagados en la inexistencia. Somos fruto de una prebenda inmerecida, causante d...