La reflexión es el taller del pensamiento, minucioso y metódico, manufactura de la lógica diseñándole al mundo mecanismos. El pensamiento inventa órdenes al caos, y sonríe viendo girar los engranajes. No en vano somos exploradores de sentido, es decir, artífices de congruencia. Organizarlo en una articulación armónica, en las tramas musicales de una gestalt , nos hace sentirnos más seguros: no podríamos soportar un universo nebular de pura incertidumbre, en el cual no vislumbráramos un cierto grado de previsibilidad. Es cierto que nuestro intento siempre resultará provisional: las ideas, de apariencia tan pulcra, esconden una esencia tornadiza. El mundo siempre se reserva un as inesperado en la manga. Preferiríamos que las cosas se ciñeran al concepto que tenemos de ellas, porque eso las haría más simples. Sin embargo, los fenómenos se deshilachan por los flecos, la realidad se burla de la mejor teoría, y nos recuerda que el estado natural del conocimiento es la perplejidad. No existe...
Apuntes filosóficos al vuelo de la vida