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Mostrando entradas de agosto, 2022

Ambivalencias

Creo que Freud fue uno de los primeros en señalar abiertamente la ambivalencia de todas las relaciones humanas: todas, incluidas las que nos parecen y hacemos parecer incólumes, tienen una vertiente de atracción y otra de rechazo. Sucede así que, mal que nos pese y para beneficio de la complejidad de la vida, el mundo afectivo es más multifacético y dinámico de lo que solemos admitir: no lo amamos todo en quienes más amamos, ni nos inspiran solo odio los que tenemos por enemigos; a menudo la frontera entre lo atrayente y lo repelente es vaga y porosa, como prueba la facilidad con que saltamos de un lado al otro.  Hay ambivalencias felices, que nos libran de supuestos amigos que no valían la pena o nos dispensan gozosas simpatías de quien no las habríamos esperado. Y hay, sobre todo, ambivalencias trágicas, que resquebrajan la complicidad de una pareja o tensan el lienzo de relaciones decisivas, abriéndolas por las costuras. Conviene seguir de cerca estas últimas, porque a menudo...

Hasta aquí hemos llegado

Algunos psicólogos, en sus consejos, oscilan entre la trivialidad y la ingenuidad, hasta el punto de que nos hacen preguntarnos si no nos estarán tratando con una arrogancia paternalista o con cinismo, o peor, si sencillamente serán unos incompetentes que escurren el bulto. Me asaltan estas inquietudes a raíz de la lectura de un artículo periodístico en el que el autor interroga a unos cuantos psicólogos sobre el tema de las culpas y las disculpas. ¿Qué hacemos cuando nuestra buena voluntad no libra al otro de meter la pata? Queda clara la tesis principal: a nadie le gusta asumir sus responsabilidades y muchos se las quitan de encima achacándolas a los demás. Pero, entonces, ¿cómo responder a quien pretende convertirnos en cabeza de turco? Contesta una psicóloga (imaginamos que sin pestañear): “Esta persona tiene que hacer un análisis objetivo de la situación y hacerle ver la realidad al emisor, siempre con calma y sosiego”. Y uno se queda de una pieza ante la frase lapidaria. ...

Diestros fabuladores

Todo es cuestión de cómo nos contamos la vida. El relato de lo que ha pasado, de lo que está pasando y de lo que suponemos que pasará. El punto de vista. El sentido que le demos. El modo de entrelazar las cosas y los deseos, las alegrías y los recelos… Más que “lo que nos sucede”, cuenta lo que nos decimos sobre ello. La vida psicológica es una abigarrada narrativa que solemos urdir sin darnos cuenta, pero de cuya composición dependen nuestro bienestar o nuestra desdicha.  No digo nada nuevo: Epicteto lo explicaba mejor, y seguro que la filosofía nació cuando alguien cayó en la cuenta de la diferencia entre lo que es y lo que creemos que es. También los profetas del pensamiento positivo lo han repetido sin descanso, hasta convertirlo en un tópico que suena a obviedad simplona, sin serlo. La propia psicología cognitiva basa sus postulados en ello. Pero nos cuesta asumirlo e incorporarlo, por eso hay que insistir, reformularlo de mil modos para que se nos meta en la mollera. Porque ...

¿Quién elige?

La razón es una buena herramienta: que no nos falte. Sin embargo, reconozcamos que ayuda más bien poco en las grandes cuestiones de la vida. Los psicólogos lo han comprobado: la emoción manda, y luego viene la razón para infundir sentido y coherencia a decisiones que hemos tomado desde las honduras misteriosas del corazón, sin saber muy bien cómo ni por qué. Sartre acertó condenándonos a la libertad, puesto que siempre hay que elegir, pero no aclaró quién ni cómo es el que decide. ¿Quién elige cuando elijo? Decir “yo” es una simplificación: somos multitud. La voluntad, que se yergue tan arrogante, emana en realidad de un sinfín de voluntades más poderosas: las emociones, los genes, los hábitos, los roles sociales… La voluntad aprieta las manos en el timón y se siente señora del destino, sin reparar en que hay manos más fuertes empujando las suyas.  Pensar nos ayuda a hacernos cargo de nuestras decisiones, pero la decisión la tomó un hambre loca, una tarde triste o el miedo a que ...