Ya hace tiempo que corre por las redes la foto de una zapatilla (sí, una zapatilla) muy especial. Resulta que algunos la ven gris y otros la ven rosada. Y aun hay quien, como yo, la ve a veces de un color y otras veces del otro. La impresión es casi mágica: confieso que yo en el primer cambio de color me asusté. Luego investigué un poco y me enteré de que se trata de una jugarreta como tantas otras del cerebro. Ante una información muy ambigua (la zapatilla es rosada, pero por lo visto la han fotografiado bajo luz azul), nuestras neuronas optan por una interpretación y se aferran a ella. Cosa que es de agradecer: imaginaos la oscilación continua entre un color y otro. Podemos “caminar con una duda”, como cantaba Krahe, pero no por un camino que cambia de dirección a cada momento. Me acordé entonces de lo que había estudiado en Psicología sobre las ilusiones ópticas, sobre todo en las investigaciones de la Gestalt: figura y fondo, caras o copas… Tendencia a percibir la figura má...
Apuntes filosóficos al vuelo de la vida