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Mostrando entradas de septiembre, 2021

Frágil heroísmo

No somos héroes. En algún punto de la infancia tuvimos que renunciar a la omnipotencia y admitir que nuestra madera está atravesada de fisuras. Es bueno descubrir que uno ni es el más amado, ni es el mejor amante, como cantaba Llach. Así se evitan muchos delirios y muchos desencantos. Sin embargo, en nuestra nostalgia siempre pervivirá la añoranza de una grandeza excepcional, y quizá por eso nos pasamos la vida atribuyéndosela a otros. Verla en un genio o en un deportista nos devuelve la esperanza de que hayan quedado joyas ocultas en nuestra pequeñez. Ansiamos actores que escenifiquen la altura que nos falta. De ahí que nos guste tanto concebir personajes mitológicos, y que aún nos entusiasmemos leyendo las historias de Aquiles frente a Troya, los doce trabajos de Hércules o las hazañas de Sir Perceval en busca del Grial. Hizo falta que viniera Don Quijote a abrirnos los ojos sobre el revoltijo de esplendor absurdo y mísera realidad que caracteriza la naturaleza humana.  Pero el...

Atentos y distraídos

Sabiduría es, ante todo, prestar atención, y por eso la mayoría somos tan poco sabios, y andamos dispersos y ofuscados, sin mirar dónde ponemos los pies. Así nos va. No se puede exagerar cuando elogiamos las virtudes de la atención. Desde el plano práctico, nos guía por la intrincada selva de la vida, en la que tan fácil es extraviarse, como cantó Dante. Nos evita tantos esfuerzos vanos, tantas pérdidas de tiempo y energía, tantas confusiones y tropiezos como suele depararnos la distracción. El triunfador es, invariablemente, alguien que presta atención. Su vida es previsible, su suerte controlada. Hay que admirarlos: frente a nuestros caóticos devaneos, nuestras pérdidas y nuestros sustos, ellos viven una existencia tranquila, donde cada cosa está en su sitio y juega el papel que le toca jugar. Cierto que a veces puede irrumpir lo inesperado, pero incluso para ello suelen tener buenas respuestas. Donde hay orden hay progreso.  Pero el regalo más selecto de la atención es que nos...

Eros

Freud entendía que el Eros, aunque de esencia sexual, es una energía que impregna todos los aspectos de la vida, que la mantiene activa y la empuja hacia la autoconservación y la expansión a través del placer. El Eros es la fuerza que nos adentra apasionadamente en la fiesta de vivir, es la pulsión de vida exuberante que, salvando las distancias, podríamos equiparar al conatus de Spinoza. Eros: el impulso, la alegría, la pasión, el latido… Sin él, seríamos una masa amorfa, un simple episodio de la facticidad, indistinguible de tantos otros. Sin Eros no habría anhelos, ni luchas, ni conquistas, ni esfuerzos. Sísifo yacería derrumbado junto a la roca, o más bien aplastado por ella. El universo quedaría detenido, disipándose en la frialdad sin tiempo de la nada.  Cierto que Eros parte en dos el silencio y no deja en paz al alma, fundando esa locura llena de ruido y furia que es la existencia. Pero ese y no otro es nuestro destino: él es el que nos une y nos enfrenta, el que nos quem...

La verdad, aún

Es bastante propio de nuestra época, supuestamente escéptica y “deconstructora”, afirmar que la verdad no existe. Creo que los que dicen eso tienen razón, pero no la razón que aducen o que dan a entender. Creo que tienen razón empezando por su propia afirmación, que no es cierta. Claro que existe la verdad, solo que resulta ser bastante más compleja, multifacética, sutil de lo que pensábamos. No existe, en efecto, la verdad arbitraria de los dogmáticos ni la retórica de los silogísticos. La tradición concebía una verdad monolítica, inmutable como un pedrusco. Esa es la verdad con la que, en el fondo, todos soñaríamos, principalmente porque nos resultaría tranquilizadora: esto es lo que hay, de una vez y para siempre; ahora solo se trata de ir afinando nuestra observación y nuestra reflexión para aproximarnos a su conocimiento. La modernidad entera, tanto en su vertiente empirista como en la racionalista, hunde sus raíces en esa esperanza. Triunfo de Descartes.  Siempre hubo quien...