Parece obvia, y sin embargo merece revisión, la distinción entre comportamientos prosociales y antisociales. Dicho de otra manera: conductas constructivas y destructivas, siempre desde el punto de vista colectivo. También se puede hablar de beneficio y daño, aunque resulte más ambiguo, porque un beneficio aparente puede ser en definitiva restringido o dañino, y lo que se presenta como perjuicio puede resultar en un bien superior. Este juicio de los actos según sus consecuencias es abiertamente utilitarista: el mayor bien para la mayor cantidad de personas. No se nos escapan los problemas que plantea el utilitarismo. Para empezar, se podría caer en una dictadura de la mayoría, aplastando a las minorías y a los individuos. Un beneficio colectivo no debería conculcar los derechos, que son individuales y base del pacto social. Sin embargo, incluso los derechos deben ser a veces revisados o relativizados. ¿Derechos o intereses? ¿De quién y para qué? ¿Hasta dónde hay que aceptar como derec...
Apuntes filosóficos al vuelo de la vida