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Mostrando entradas de noviembre, 2020

El sabio interior

Hay horas tristes y locas, o tristemente locas, o locamente tristes, en que tenemos que apelar al más lúcido rincón de nuestra mente, ese que se mantiene a salvo a pesar de todo: de los terrores y los delirios, de los entusiasmos desbocados que casi siempre acaban dando un traspiés en la realidad y despeñándose por los barrancos de la desesperación, como el atolondrado hipogrifo violento de Rosaura en La vida es sueño. Lo han llamado sabio interior porque nos recuerda (o ha hecho concebir) el arquetipo del sabio ancestral, medio filósofo y medio mago, tal vez chamán o brujo, bien plantado en su convicción y en su conocimiento. Las grandes historias lo han mostrado como un anciano asentado en esa serenidad que dejan, como un sedimento, las aguas turbulentas de la vida, que tantas veces nos arrumban en las playas de la decepción, donde se arrastra el cuerpo magullado y envejecido, pero se abren los ojos como en un nuevo nacimiento.  Retirado de batallas heroicas, vestido con sencil...

Locuras

¿Acaso no estamos todos un poco locos siempre, y bastante locos a veces? Alguien me hizo una vez la apreciación de que era imposible que no acabásemos todos neuróticos, dado que la evolución nos ha hecho conscientes de que vamos a morir. Su observación me parece correcta, pero incompleta. La mayor fuente de ansiedad no es la perspectiva de la muerte, que nos resulta siempre remota e inverosímil como todo lo carente de experiencia directa, sino la vida inmediata, la que nos duele en la carne y se nos acelera en el corazón, con sus crueldades y sus fervores y sus incertidumbres.  De todos modos, en esencia, repito que el veredicto es válido, aunque más por lo que implica que por lo que significa. Soñamos con el orden, la seguridad y la estabilidad, porque sabemos que ninguna de las tres cosas se halla a nuestro alcance. La condición humana (la de la vida toda, quizá la del universo entero) no está hecha para el equilibrio: alostasis frente a homeostasis. Si la excepción es la norma...

Resistencia e insistencia

Por más que hagamos por endulzarla, la vida es una tarea ardua. No hace falta hurgar mucho para que esté justificado entender la existencia como una tragedia, o quizá más bien ese cuento contado por un idiota “lleno de ruido y furia” que sentenciaba Shakespeare. El absurdo de morir (que nos remite al absurdo complementario del propio existir), la crueldad del dolor, la permanente insatisfacción a la que nos relega el deseo… Buda, Schopenhauer, Unamuno, tenían tanta razón que duele concedérsela.  Al malestar existencial hay que añadir las tristezas y las insatisfacciones de propia cosecha, las que nos guisamos y nos comemos cada cual por su cuenta. ¿Quién no arrastra algún trauma infantil? ¿Quién no ha tenido ocasión de confirmar la máxima de Sartre de que “el infierno son los otros”? La accidentada travesía entre la gente, los esfuerzos baldíos, el diario deterioro en el espejo, el desamor y la enfermedad, sobre todo la enfermedad… Si lo sumamos todo, lo menos que podemos contrae...

En torno a la belleza

Tal vez ya se haya dicho todo sobre la belleza. O quizá no habría que decir nada, y limitarse a gozarla, que es lo que cuenta. Tal vez la belleza esté para que cada cual se la apropie a su manera, y le sobren los discursos. Pero yo escribo humildemente, solo por abrir bien los ojos y no dejar de contemplarlo todo. Yo tomo el agua en mis manos por el gusto de ver cómo se me escabulle entre los dedos. Yo hablo como si cantara, por gozar del canto y dejarlo temblando en el alma. Diré lo mío, pues, también de la belleza. Diré, para empezar, que la belleza incluye armonía y sorpresa. Armonía de formas, colores, palabras o conceptos, melodías o sucesos. Armonía: un cierto equilibrio de conjunto, una armazón de tensiones que las hace compensarse mutuamente hasta el reposo, una gestalt que se nos aparece completa y bien trabada. Orden y nitidez de la percepción, o sea, de la inteligencia. Porque la belleza es ante todo inteligencia asistiendo a sí misma, como en un espejo.  La música es ...