“Lo humano” es, en buena parte, una herencia de esos peculiares animales que fueron nuestros antepasados; pero quizá sea, más bien y ante todo, un inventario de convenciones que, más o menos deliberadamente, hemos ido implantando en nuestros intercambios. Lo humano es lo social, las reglas de interacción que se han ido estipulando socialmente en una cultura, y que, una vez cristalizadas, vuelven a nosotros en forma de señas de identidad. Todos los grupos se consideran a sí mismos arquetipos de lo humano, y a los demás se les reserva el exilio de la extrañeza. Así, ese conjunto de pueblos que denominamos incorrectamente esquimales se dedican entre sí el apelativo de inuits , que significa “persona”. No son el único ejemplo de colectivo étnico o cultural que reserva la condición humana para sí mismo. Lo humano, pues, somos nosotros, lo que nosotros somos o creemos ser. Aun más: lo que hemos decidido considerar que nos define. Esa definición establece la frontera entre la normalidad...
Apuntes filosóficos al vuelo de la vida