El futuro nos arredra, como todo lo desconocido, pero es el único tiempo dócil a los sueños, el único que se deja impregnar por las oportunidades, y por eso tiene el aire fresco de la esperanza. Los videntes merecen estrujar nuestros bolsillos porque hacen poesía con nuestras ilusiones; inventan, como los profetas o los artistas, los futuros deseados que nosotros no nos atrevemos a afirmar. Por eso hay que tener cuidado con sus hermosas mentiras, porque nos tienen de su parte de antemano.
Apuntes filosóficos al vuelo de la vida