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Mostrando entradas de abril, 2019

Líneas rojas

Juzgar los asuntos humanos es más que complejo: es una empresa ardua y, si pretendiéramos exigirle rigor, descorazonadora, condenada de antemano a prolongarse sin esperanza de completarla. A grandes rasgos, probablemente, somos profundamente simples y previsibles: todos y siempre buscamos las mismas cuatro cosas. Pero esas cuatro cosas no siempre van en la misma dirección, ni se nos aparecen claras, ni se entretejen del mismo modo con nuestra historia o con el mundo que nos rodea. En cada persona confluye un universo entero que, además, no deja de cambiar. Imposible tenerlo en cuenta en todos sus matices: si queremos darle una apariencia descifrable, no tenemos más remedio que simplificar, aun a costa de arriesgarnos a perder lo principal por el camino.  Nuestros actos, aunque hayan sido visibles y podamos relatarlos, están siempre repletos de detalles que llevarían su exposición al infinito. Hemos de renunciar a la objetividad: como nos insinúa el sentido común y nos demostró ...

La muerte como escuela de vida

Estaba limpiando la casa, y dándole vueltas mientras tanto a los laberintos del trabajo, cuando suena el teléfono y me comunican que se ha muerto el padre de una compañera. No se trata de una persona próxima, y a su padre ni siquiera lo conocía, pero todos tenemos padres y sabemos que morirán, así que no es difícil ponerse en su lugar y hacer propio, si no el dolor, al menos los ecos que su dolor imprime en el nuestro. En el instante de recibir la noticia, el impacto, de repente, impone el silencio en mi mente clamorosa, como cuando una orquesta interrumpe, a una señal del director, la cacofonía estridente de su ensayo. Hay un pulso de vacío en el que el pensamiento se detiene y el corazón vacila. La realidad de lo ineluctable se impone como una madre que llama al orden a sus hijos bulliciosos. Por ese resquicio de silencio se cuela un rayo de luz, y por un instante vislumbro la verdad: la verdad de la muerte, que es verdad última de la vida. Todos nuestros desvelos cotidianos, t...

Perplejidades de la educación familiar

Luc Ferry, en su obra Sobre el amor , señala algo que ya se ha convertido en lugar común ― aunque no se le ha encontrado ni la explicación precisa ni la solución acertada ― : la dificultad que tenemos los padres de hoy en día para educar a nuestros hijos en el límite, en lo que Ferry llama “la Ley”: la norma, la contención imprescindible para regularse, madurar y capacitarse para la entrada en el espacio social. Los niños se han convertido en pequeños tiranos que a menudo campan a sus anchas, se dirigen a los adultos como iguales, y no aceptan un “no” de los padres sin arduas justificaciones y negociaciones que a veces se convierten en verdaderos mareos de la perdiz. La consecuencia es que el niño se mueve en una permanente incertidumbre, en una falta de contención que le crea inseguridad y le dificulta la atención, el esfuerzo y la convivencia. Ellos, por supuesto, no tienen la culpa: somos los padres los que hemos dimitido de nuestro papel de educadores, al menos en este aspecto d...

Las ventajas del pesimismo

Todos preferimos el optimismo, que nos abre al mundo y al futuro, despierta nuestro impulso y lo alimenta, nos convierte en seres constructivos y constructores. El optimismo nos entrelaza con el mundo, proclama la alegría, ayuda a dormir y a hacer mejores digestiones, instaura un bienestar que hace más llevadera la vida y a nosotros más afables con los demás. Se está más a gusto cerca de un optimista, incluso cuando no se comparten sus entusiasmos: tal vez nos contagie un poco de su positividad, y si no, al menos, no carga con más nubarrones nuestro horizonte. ¿Cómo no preferirlo? Sin embargo, esa misma virtud solar y activa que nos lo hace grato, también nos compromete. El optimismo es más exigente, si somos coherentes con él, ya que no nos deja coartadas para la pereza ni la reticencia: cuando hay una convicción, lo lógico es convertirla en intento. Es más expuesto, porque no nos deja refugios ni vuelta atrás: hay que disponerse a salir a la calle y actuar, y el que actúa se arrie...