Soy perezoso, sí, ¿para qué me voy a engañar? Soy tan perezoso que ponerme a escribir ahora, y sobre todo a pensar, resulta para mí un esfuerzo, y a cada momento tengo que luchar con la tentación de abandonar. ¿Por qué sigo? Seguramente por la pereza de plantearme qué hacer si no hago esto. A veces me vienen a la mente tales borbotones de ideas —algunas aceptables y otras decididamente estúpidas— que me siento inundado, abrumado. Quizá, si tuviera la fortaleza de ánimo de intentar recogerlas, y la constancia posterior de organizarlas, quedaría algo bueno después de pasar unos cuantos cedazos. Pero me puede la molicie. Y creo que ahí hay también algo sabio. ¿Realmente vale la pena escribirlo todo? ¿No es mejor vivir? Aunque, ¿qué pasa cuando la vida da más pereza que escribir sobre la vida? Bien, en cualquier caso, suelo perder el hilo de mis ocurrencias, sea por desbordamiento o por mera desidia. Debo alegar también mi mala memoria. Sobre la mala memoria sólo diré que si l...
Apuntes filosóficos al vuelo de la vida