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Mostrando entradas de marzo, 2025

La tarea de convivir

Convivir es una tarea. Una fiesta amena y variopinta que, como todo, tiene su precio. La gente da trabajo: necesita, pide, espera, engaña, sufre, presiona, sobresalta, confunde, abruma... Es un quehacer gozoso cuando amamos, y agotador en el conflicto o en la indiferencia. La cuestión es que esto cambia continuamente. Vivimos, con respecto a los demás, en una permanente tensión entre lo que necesitamos y nos atrae o complace, por un lado, y aquello que nos carga o nos fastidia por el otro. En cada movimiento hay que elegir, optar entre una de las dos posibilidades: acercarnos y entregarnos al juego, o distanciarnos y mantenernos al margen de él. El que no participa se mantiene a salvo, pero una parte de nosotros no quiere estar (demasiado) tranquila; se aburre y languidece sin barullo. Una parte de nosotros disfruta con el juego de lo osado y lo imprevisible. Y a veces manda.  La situación —nosotros, los demás, el contexto en el que nos relacionamos o podemos hacerlo— varía a cada...

¿Por qué lo llaman sexo cuando quieren decir amor?

Probablemente debemos a Freud la afirmación más comprometida del primigenio poder motivador del sexo; pero acaso debería haber excavado más profundamente en las pasiones. No se puede negar que existe un impulso elemental, telúrico, que nos vuelca hacia los otros en un afán voraz de contacto con sus cuerpos; un anhelo que, en última instancia, aspiraría a incorporarlos a nosotros, casi a fagocitarlos, entremezclando nuestros citoplasmas en una simbiosis que, trascendiendo esa separatidad de la que hablaba Fromm, nos aliara más allá de las identidades individuales. Esa ansia de mezcla alcanza su formulación más aparente en el coito, donde un cuerpo penetra en el otro y se proyecta en él; pero ya se escenifica en esos juegos de entrelazamiento que son los abrazos y las caricias, la piel que se adhiere a otra piel, los labios que abren otros labios, la lengua que los traspone. Los cuerpos se intercambian en ese protocolo apasionado que invade mientras se entrega, que ofrece mientras se ap...

¿Y eso cómo te hace sentir?

Si algo me sacaba de casillas en mis sesiones de terapia era que no se me diese la razón cuando la tenía, sobre todo cuando expresaba una indignación que yo valoraba justa. Después de despotricar durante un rato acerca de lo que yo consideraba una agresión —figúrate lo que me ha dicho, cómo se atreve, menuda falta de respeto…—, esperaba una cierta complicidad del terapeuta, al menos un guiño de comprensión, una palabra de aliento… Pero sin la menor misericordia, se me remitía de regreso a mis propios sesgos de percepción —qué es lo que te ha dolido de ese comentario, por qué crees que te ha molestado tanto, y si hubiese querido decirte…—. Y nada me exasperaba más que la socorrida pregunta: ¿Y eso cómo te hace sentir? Con el tiempo y la reflexión he comprendido, mal que me pese, que el profesional acertaba. Que se pusiera de mi parte no me habría servido para comprender o manejar mejor mis conflictos. El terapeuta eludía validar mis querellas neuróticas, y me las devolvía como dicen qu...

Contra la crueldad

Nietzsche considera la crueldad un disfrute innato en el hombre. ¿Realmente somos crueles por naturaleza? Esta posibilidad cobra sentido si la contemplamos dentro del concepto más amplio de agresividad. Parece indiscutible que el ser humano es agresivo de por sí: la crueldad formaría parte de esa naturaleza. Tendría algo de corolario: el placer de provocar sufrimiento intensifica una agresividad propicia para nuestra supervivencia y para competir con posibles rivales. Sin embargo, en nuestro programa innato la evolución también ha incorporado la mansedumbre, y eso explica que la crueldad no solo despierte un inquietante placer, sino también una intensa repulsión, conveniente para cooperar con los otros. La violencia tiene que ser contenida y regulada, y así se recoge en los sistemas normativos y morales. Pero la regulación de la violencia va más allá de la mera convención, y se incorpora como una inclinación inherente mediante ese proceso que los antropólogos han llamado autodomestica...