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Mostrando entradas de abril, 2024

Rabias desdeñables

Ahí está la rabia, la vieja gruñona, la niña asustada, la bruja resentida, con su clamor de gritos y reclamos, perturbando la placidez de mis atardeceres, removiendo a manotazos el fondo de mis estanques, desmenuzando las fuerzas que reservo para la tarea de vivir.  Ahí está, y cumple su función de centinela, y sé que solo quiere defenderme y hacerme valer; pero emerge también de mis inseguridades y mis temores, es también un rebullir desesperado que lucha para preservar la infantil ilusión de omnipotencia. Es un dolor que encubre el dolor de la vergüenza. Y hoy no lo quiero, hoy prefiero mirar a la cara la verdad, que es amarga pero firme y reconfortante como el hogar paterno.  Ira, tú y yo hemos tenido ya unas cuantas citas, y pocas han acabado bien. Irrumpes con tu escándalo, quebrando a mazazos mi mansa lasitud, rasgándote las vestiduras como una plañidera y confabulando a los dioses para la guerra. No te quiero, rabia, no eres santo de mi devoción ni siquiera cuando aciertas.  C

La seriedad de la magia

Crecer consiste, en buena parte, en desprendernos de las ingenuidades mágicas de nuestra infancia. Opino, con escépticos como Richard Dawkins, que hay que tener el valor de abrir los ojos y sobre todo de mantenerlos abiertos, por difícil que resulte; y resistirse a la tentación de regresar a la magia y al animismo, como han hecho tantas personas a cambio de un cierto alivio para su angustia.  Sin embargo, por materialistas que nos mantengamos, por racionales y científicos que sean nuestros criterios de verdad, hay que tomar en serio las creencias. No para rendirnos a ellas, al contrario: para que no nos irrumpan por sorpresa, que no nos perturben en secreto desde sus moradas inconscientes.  No cabe duda de que una parte primitiva de nuestra mente funciona a través de las creencias. Una zona que probablemente sea más vasta y decisiva que el frágil envoltorio racional de nuestra corteza cerebral. En la primera infancia, sentimos y creemos antes de poder pensar. El sustrato de nuestra p

La intolerancia no ama

Un profesor francés fue degollado brutalmente por comentar unas caricaturas irreverentes con ciertos símbolos religiosos. La intolerancia es una bestia atroz que siempre acecha.  ¿Qué es un fanático? Alguien que pone sus ideas o sus fantasías por encima de las personas. Sean del tipo que sean. Quizá se objete que hay muchas ideas que están, y deben estar, por encima de las personas: por ejemplo, la ley. De ningún modo: una ley justa no se sobrepone a las personas, sino que permanece a su servicio. Una ley justa satisface a la mayoría, protege a la minoría y no destruye cuando impone. Equilibrio arduo e inestable: por eso, un código es siempre algo inacabado y pendiente de cuestionamiento. Una ley, en el fondo, siempre se sabrá lastrada de una cierta injusticia. Todo lo contrario que los rígidos dogmatismos del fanático. Quizá por eso un pillo está más cerca de la inocencia que un puritano.  Todos tenemos verdades definitivas: el fanático cree las suyas absolutas. Pero no es eso lo que

Convivir es interesante

Convivir es interesante (más interesante, desde luego, que no hacerlo), afirma Comte-Sponville. Creo que no se puede oponer ninguna objeción consistente a esa opinión.  Convivir resulta ameno, sorpresivo, sugerente. Lo imprevisible nos obliga a salir de nuestra fijación narcisista, y confrontarnos con la diferencia y la novedad. Al cuestionar las convicciones de lo que creíamos saber, nos instruye sobre los otros y sobre nosotros mismos. Nos da la oportunidad de tantear roles distintos a los habituales, de mostrarnos y expresarnos; es decir, literalmente, de existir, pues ante todo existimos entre los demás y con respecto a los demás.  ¿Por qué, entonces, si convivir tiene tantas ventajas, si ofrece el microcosmos preciso para nuestra vocación gregaria, por qué entonces se nos hace tan trabajoso y nos causa tantos desvelos que a veces preferimos eludirlo? Porque nadie dijo que lo bueno tuviera que ser fácil. Porque la convivencia siempre la vivimos en forma de interacción, es decir,