El psiquiatra M. Scott Peck cuenta, en su famoso libro La nueva psicología del amor , una anécdota que invita a reflexionar. Ejerciendo como interno en un hospital, se encontró desbordado de trabajo. Decidió plantear a su jefe que le resolviera esa molesta situación. El superior se limitó a replicarle, con mucha amabilidad pero con firmeza, que el problema era suyo, y por tanto le correspondía a él buscarle una solución. Hacerse cargo de los propios problemas, en lugar de endosárselos a los demás o pretender que ellos nos los resuelvan, es una incómoda usanza que se llama responsabilidad. Todos hemos esperado a veces que los demás nos saquen las castañas del fuego, todos hemos intentado cargarles con nuestras responsabilidades, incluso ― ¿especialmente? ― cuando se trata de líos que hemos provocado nosotros. Y para delegar sin remordimientos, llegamos a engañarnos sobre la causa de los desaguisados, que procuramos colgar a los demás, o al pérfido mundo. La culpa de l...
Apuntes filosóficos al vuelo de la vida