Morimos para que vivan otros: el mundo no podría permitirse amontonarnos sin que alguien se marchara para hacer sitio. Esa biología elemental debería también reconciliarnos un poco con la perspectiva de la muerte, sobre todo cuando el sitio que dejamos será ocupado por seres que amamos, que hemos traído al mundo y pasean por él nuestros genes, y los legarán al futuro, impregnándolo de algo nuestro.
Apuntes filosóficos al vuelo de la vida