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Mostrando entradas de marzo, 2020

Tasar el sufrimiento

Ya se sabe que, en ese patio de Monipodio que es la charlatanería de muchos opinadores, uno puede encontrar todo tipo de perlas, y por eso hay que leer con buen estómago y espíritu muy paciente y generoso. Pero con los tiempos de espanto que nos está tocando vivir como consecuencia de la plaga del coronavirus , uno no está con ánimo para soportar según qué sandeces. Un joven de poco seso califica lo que nos pasa de mero confinamiento Netflix (se sentirá muy ingenioso por la ocurrencia), y lo desprecia afirmando que nuestros padres y abuelos sí que las pasaron canutas en guerras y necesidad. O sea, según entiendo, que no nos quejemos, que lo nuestro, comparado con otros, es apenas una leve incomodidad. Parece que, para tal especialista en sufrimientos, que se arroga el derecho a juzgar el dolor de la gente, este se divide en dos únicas modalidades: el sufrimiento de verdad y el sufrimiento de pacotilla. Y nuestra crisis no pasaría del segundo, así que no solo no tenemos derecho a q...

Pandemia

Se extiende sin visos de control la pandemia del llamado coronavirus , dando un vuelco al mundo tal como lo conocíamos, con una ferocidad que ninguno de nosotros habría podido imaginar. Desde su pistoletazo de salida en el corazón de China, que nos parecía tan remoto, el vil patógeno se ha propagado exponencialmente hasta el último rincón, incubándose en el cuerpo de los incontables viajeros que lo surcaban (ahora, de momento, no) de un lado a otro. Nos recuerda así que la globalidad no es solo cosa de comercio o información, sino que también incluye nuestras más arriesgadas vulnerabilidades. Esa red apelmazada en la que hemos convertido el mundo se convierte en una autopista para los parásitos y los oportunistas de nuestros cuerpos. Es la salud líquida, capaz de poner patas arriba esa vida cotidiana que, a fuerza de mantenerse igual a sí misma, llegó a parecernos inexpugnable. Confinados en nuestras casas, rendidos y cada vez más alarmados ante un disparo de cifras que parece i...

¿Qué verdad?

Colgando de la pared, en una iglesia de Roma, hay una escultura que representa un adusto rostro con la boca abierta. La llaman Bocca della Verità . Cuenta la leyenda que si uno mete la mano en su ranura y miente, la boca le morderá. ¿Por qué no lo hace nunca? ¿Será que sabe que su leyenda no es verdad? André Comte-Sponville insiste a menudo en que, si somos coherentes, la verdad debería estar por encima de intereses, preferencias u otras consideraciones, tal vez más inmediatas, pero a la larga traicioneras. La verdad, tan a menudo amarga, áspera, incluso dolorosa, es lo único que, como asevera el Evangelio, nos hace libres y nos guía eficazmente. ¿Cómo negarle la razón? Cerrar los ojos o engañarse con fantasías son modos de huir del mundo y de uno mismo, en lugar de quedarse ahí y tener el coraje de abrir los ojos. La verdad es, en efecto, el primer valor ― ¿qué sentido tendría pensar, si no aspirara a ella? ― , y eso convierte a la sinceridad y al rigor en virtudes. Justificar l...