“Tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor”, glosaba una canción popular en mi infancia. Y la vida, a medida que avanza, nos enseña cuánta razón tenía. Yo de mozo no la entendía; si acaso podía parecerme razonable que se buscara amor; un amor de aquellos con los que soñamos en la adolescencia: a la vez exuberante y cálido, hecho de suaves caricias y de besos apasionados. El dinero, en cambio, siempre me pareció más bien mezquino: necesario, incluso deseable, pero no como objetivo, sino como complemento. En cuanto a la salud, me desconcertaba que se le diera tanta importancia. ¿Para qué quería algo que le sobraba a mi cuerpo nuevo y rebosante? Hoy lo que me desconcierta es leer que algunos científicos opinan lo contrario que la canción: la salud está sobrevalorada. Nadie se siente más feliz por estar sano, y hay muchos cuerpos rozagantes que se sumen en la depresión o se despeñan en la angustia. Esto me ha hecho pensar, primero porque es innegable, y segundo porque entra en con...
Apuntes filosóficos al vuelo de la vida