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Mostrando entradas de julio, 2019

Excesos

Aristóteles tenía razón: lo malo es el exceso. La propia noción de exceso nos remite a una medida inadecuada, inarmónica: algo está fuera de lugar, algo está desproporcionado. Lo excesivo rompe el equilibrio. Para los griegos, la belleza gravitaba en la armonía, y la fealdad en lo contrario, y con ello tal vez estaban identificando, por lo que concierne al exceso, su dimensión moral con su dimensión estética. Y algo de eso nos parece a todos: lo bueno es atractivo, lo malo es repugnante. Y a la inversa. La virtud aristotélica reside, pues, en el equilibrio. ¿Y qué es el pecado, sino un exceso? Exceso de deseo (avaricia), exceso de hambre (gula), exceso de fruición sexual (lujuria)… Sin embargo, ¿en qué punto comienza la demasía? Ni Aristóteles lo sabía. Lo que para uno puede resultar excesivo, para otro es perfectamente natural. ¿A partir de cuántas palabras uno se convierte en charlatán? Para el silencioso, muy pocas; para el locuaz, bastantes más. La biología establece con clarid...

La tarea ética

La ética es posible gracias a la capacidad de controlarse, esto es, de frenarse, de atenuar lo que por sí mismo llegaría más allá de lo conveniente. La ética es, pues, ante todo, una cuestión de límites deliberados: limitación del instinto, que no conoce criterios sino impulsos, y que por eso no se detendría en su ansia primaria de placer o de agresión. Esa capacidad de imponerse límites es lo que nos hace sociales, o sea, humanos. En esto, Freud tenía razón: la moral es una cuestión del Superyó y el Yo, que regulan las pulsiones del Ello y las canalizan en formas aceptables. No tiene sentido, por tanto, hablar de moral natural: la moral y la ética son construcciones artificiales hechas con los materiales que nos lega la naturaleza, como todo lo estrictamente humano. Sin embargo, ¿qué es lo que inspira la contención, de dónde saca sus guías, cómo saber dónde hay que poner el límite? En la génesis de la ética está la empatía, que nos indica la dirección y nos da fuerzas para el contr...

Gestión de crisis

En el mundo de las empresas ya llevan tiempo dándole vueltas a cómo organizarse para optimizar el manejo de las situaciones de excepción, eso que se ha llamado la gestión de las crisis. El principal desafío de las emergencias es que hay que hacer frente a mucho con poco: poca información, poco tiempo, a veces pocos recursos (al menos preparados). En esas circunstancias es difícil tomar las decisiones y ponerse en marcha, y es fácil caer en el pánico y cometer errores que pueden tener muy malas consecuencias. Por eso la clave de la gestión de las crisis está en una buena previsión organizativa. Las estrategias que han aprendido las empresas nos pueden ser útiles a otras organizaciones, incluso a los individuos cuando nos tenemos que enfrentar a sucesos graves poco habituales. Todos los hemos vivido alguna vez: un accidente, un incendio, una enfermedad… Hay que tomar medidas urgentes, buscar teléfonos para llamar, avisar a quien pueda resultar afectado, evacuar si es preciso, calmarse...