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Mostrando entradas de julio, 2025

Familia irrevocable

¿La familia es buena o mala? Solo sé que es irrevocable. Querríamos trascenderla, quebrar su cáscara, rasgar la membrana y dejar atrás su matriz. Pero, ¿adónde iremos que no venga con nosotros? Ella es la materia prima, viscosa y obligada, primordial como el mundo antiguo, espumosa como los océanos; el sustrato y la enseña de la vida. La llevamos hincada en el origen, infiltrada por el desamparo, enredada a fuerza de incertidumbre en la identidad y el sentido. Crisol primitivo y feroz, como el vientre de las estrellas. Cantera de la roca, cincel que hiere y esculpe. Abrazo exuberante, mortal. Horas dulces y dardo envenenado.  Dueña absoluta del pasado, mina embalsada que se desparrama en el presente y anega el porvenir.  La encontraremos en cada nostalgia, en cada esperanza. En cada rincón del espejo. En cada célula del cuerpo y cada temblor del alma.  Hemos de temerla, implacable y poderosa, mientras plantamos cara a sus dragones para crecer. Pero a la postre todos los c...

Impresiones y sugestiones

Afirma el viejo y suspicaz refrán que las primeras impresiones son las que valen. Tal vez tenga razón, pero no porque en las primeras impresiones haya una especial sabiduría o una mágica inspiración. Si nos parece que aciertan es porque con ellas nos pasa como con los semáforos en rojo: solo nos fijamos en aquello que las confirma. Aunque también puede suceder algo mucho más curioso y de mayor calado: que nos empeñemos nosotros en confirmarlas activamente, como las profecías autocumplidas. En este sentido, las primeras impresiones tendrían un poder performativo: construirían su propia realidad. O más bien la construimos nosotros para darles la razón. Ellas establecen el punto de referencia de lo que vendrá a continuación, son el criterio que todo tenderá a confirmar. Así de elementales somos en lo que respecta a la percepción del mundo, y tal vez por eso nos equivocamos tanto; o, al menos, nos cuesta tanto ver más allá de nuestras creencias y nuestros prejuicios.  ¿Por qué limitamo...

La gramática de las emociones

Las emociones incluyen su gramática, su código convencional que modela el impulso innato domesticándolo dentro de la esfera social. Lo emocional incorpora así un lenguaje que se construye con las derivas del uso, y que es aprendido a fuerza de intercambio. Esta impronta social conlleva su secuencia, su ensayo y error, su premio y su castigo. Pero ante todo está hecha de significados compartidos. Dicho de otra manera: también las emociones se aprenden. No son un fenómeno estrictamente individual, sino modalidades de encuentro con los demás, estilos de vínculo. Como tales, se construyen en el espacio de lo común, que es el territorio de la creación y la cultura. Esta dimensión de aprendizaje da cuenta de las dificultades y complejidades que suele plantearnos el manejo de los sentimientos. Sentir, más allá del impulso, comprende una destreza que se incorpora y se desarrolla, que conviene afinar y requiere ensayar.  Pongamos por caso el apego , meollo de la arquitectura emocional y por...