El tiempo es un niño travieso que nos empuja antes de salir corriendo. Es cierto que no hay más realidad que el presente, y que no se puede vivir fuera de él. Sin embargo, ¿qué sería de nosotros sin la memoria? En el pasado no encontramos solo lo que fuimos, encontramos lo que somos, porque construimos ― hoy ― nuestra imagen de nosotros mismos en función de lo que hemos sido. El hoy es el hecho puro, sin significado; es el material en bruto: aún no tiene narrativa, o si la tiene es porque en él concluye lo que llevamos escrito de nuestra historia. Para eso necesitamos el pasado: no para regresar a él ― cosa que es imposible, que ni siquiera es deseable a pesar de la nostalgia ― , sino para reconstruirlo una y otra vez desde el presente y darle así a este cimientos y extensión. Dicen que la memoria no es un almacén, que los recuerdos no son vestigios como los que encontramos en un desván. Dicen que la memoria es como los sueños, que utiliza las huellas del tiempo para recrearse const...
Apuntes filosóficos al vuelo de la vida